La gente Chiquitana mora en un bosque seco inmenso que cubre lo que es ahora casi la tercera parte del oriente de Bolivia. Su tierra es generosa, dando comida de una fuente u otra en todas las estaciones del año, pero también puede ser cruel con sus dones de agua. Entre Mayo a Octubre pueden pasar meses sin ni una gota de lluvia. Los ríos y pozos se secan. Siempre los Chiquitanos intentaban superar su impotencia frente a la naturaleza con creencias animistas, las cuales daban poderes divinos a elementos de su ambiente. Los veneraban y les hacían ofrendas con la esperanza de que los dioses les favorezcan. Los Jesuitas y los evangelistas no lograron borrar esa cultura por completo. Hasta ahora los Chiquitanos e incluso colonos mas recientes toman cuidado en no ofender al jichi. Este es una especie de ser que habita en las fuentes de agua como guardián. Es el dueño del agua. Tomando forma de un enorme sapo, pez, caimán, culebra, anguila u otro animal acuático, los jichis viven en las lagunas, los ríos, las quebradas, las norias, los atajados y los manantiales manteniéndolos limpios y siempre con agua. Se ven muy raras veces. Si alguien mata al jichi o lo motiva por falta de respeto a ir a otro sitio, la fuente de agua que cuidaba siempre se seca o se torna no potable. En cambio, se puede convencer con ofrendas a un jichi que se mueva de un cuerpo de agua a otro, por ejemplo, a un atajado recién construido. Las creencias varia de un sitio a otro. En algunos lugares, el jichi se ve solo en la noche como una mujer en vestido blanco diáfano. En otros es notorio por robar niños o causar gente a desaparecer. Se ha visto como culebra enorme con cabeza de caballo. Puede ser incubo, y no son pocas las mujeres que han echado la culpa al jichi por el embarazo. Algunas comunidades consideran que el jichi cuida no solo el agua sino toda la naturaleza, y es "el jichi del monte". En alguna forma u otra, el concepto del jichi sigue fuerte en la consciencia del Chiquitano. Esta información viene de informes de visitas al campo del proyecto de EcoAdapt, gracias a Christian Orellana, y esta respaldada con ¨Relatos Mitológicos¨ por German Coimbra Sanz, 1986.
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